5 puntos clave de las relaciones armoniosas

Share on facebook
Share on linkedin
Share on twitter
Share on whatsapp
Share on email

Las relaciones son nuestro mayor espejo. A través de ellas, sin duda, logramos comprender, a profundidad, aspectos de nosotros mismos que, de otras formas, sería imposible ver.

Somos seres sociales, nosotros los humanos. Vivimos inmersos en la interacción constante con otros individuos que, al igual nuestro, se enfrentan a esta experiencia humana de la mejor manera que lo saben hacer.

En la era actual, hemos llegado a creer que necesitamos ser fuertes, independientes, en tal medida que podamos hacerlo todo solos. Hemos creído que con la cada vez más presente existencia de la tecnología, podemos valernos por nosotros mismos, llegando, muchas veces, incluso, a prescindir de todo contacto físico por días.

Sin embargo, la realidad, es que, como especie, nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir. Es imposible que nuestra evolución continúe si no nos relacionamos.

Hemos aprendido en nuestra más tierna infancia a relacionarnos. Dependiendo de las dinámicas vividas con papá, mamá o nuestro cuidador principal, asumimos un estilo relacional, que marcará grandemente la forma en la que conectemos con los demás.

A menos que seamos muy conscientes de lo que arrastramos desde que somos niños, nos dedicaremos a meramente repetir los mismos patrones, buscando recrear el vínculo inicial que compartimos con nuestros progenitores.

Las relaciones, no siempre son fáciles. Muchas, incluso, son profundamente dolorosas. Nos sacan lo peor. Nos hacen conectar con nuestra sombra más profunda. Nos remueven heridas antiguas. Nos activan las alarmas, los miedos, las dudas.

Todo esto hace que, con frecuencia, decidamos cerrar, el cuerpo y el alma, a relacionarnos con otros, sin darnos cuenta siquiera que, así como estamos construyendo una coraza gigante para evitar el dolor, también, al hacerlo, le estamos estamos impidiendo el paso al amor.

El gran Rumi muy sabiamente dijo una vez: “tu tarea no es encontrar al amor, si no, encontrar y derribar todas las barreras que has construido en contra de él”. Y, así, precisamente con esas palabras, quiero hacerte una invitación a que hagas un recuento de las relaciones en tu vida, empezando por la que tienes contigo mismo.

La relación más importante

Esta, sin duda, es la que tenemos con nosotros mismos. La forma en la que nos tratamos y nos hablamos, genera en proporción perfecta la forma en la que el mundo exterior actúa con nosotros. Es simple, lo que damos, recibimos.

Muchos hemos creído que somos un constructo de lo que la sociedad impone, de las creencias que cargamos, de los deberían ser. Esto lleva a que ni siquiera sepamos, a ciencia cierta, quiénes somos.

El primer paso, es ir pelando capas para dejarnos al descubierto y poder conectar con nuestra esencia, con toda esa pureza que es nuestro derecho divino y que de niños expresábamos con tantísima facilidad.

¿Qué puedes hacer para quererte más? ¿Cómo puedes incorporar a tu vida prácticas de auto-cuidado? ¿Cómo te tratarías si fueras tu mejor amigo?

Dejar ir y hacer espacio

Al hacer un análisis profundo de quiénes somos, cómo nos mostramos y qué ocultamos, inevitablemente, llega el cambio y la transformación y esto, en consecuencia, hace que las relaciones en nuestra vida empiecen, también, a cambiar.

Quizás, ya no tenemos tanto en común con esos amigos del colegio. Tal vez ya no me de alegría compartir con mi colega a la hora de la comida. Mi pareja y yo ahora vemos la vida de otra forma. La relación con mi padre es tóxica. Y, así, vamos siendo aparentemente forzados por la vida a poner la lupa en nuestro espectro relacional.

Esto, aunque asusta, es una maravilla. Quiere decir que hemos cambiado. Que la oruga, ahora es mariposa. Que ahora que estamos conectados con nuestro verdadero valor, nos damos el permiso pleno de elegir a quién queremos en nuestra vida. Establecemos límites sanos. Aprendemos a decir que no. Y, sobre todo, recordamos que tenemos un recurso de tiempo y energía limitados, lo que nos da el poder de escoger con quién queremos compartirlo.

Es normal que inicialmente, cuando estamos en un proceso de desarrollo personal, nuestras relaciones habituales atraviesen cambios. Esto puede ocasionar un profundo dolor y, en muchos casos, se puede vivir como un duelo y es importante honrarlo y darnos el espacio. Estoy convencida, sin embargo, que cuando nos permitimos soltar en realidad todo aquello que ya no cumple un propósito de amor en nuestras vidas, estamos abriendo un espacio maravilloso para que lleguen nuevas personas con quienes aprender otras lecciones.

Relaciones armoniosas

Las relaciones armoniosas son un regalo. Esas relaciones en donde podemos tener diferencias pero las dialogamos, en dónde cada uno tiene su propia vida y se hace cargo de sí, en dónde podemos crecer juntos, en donde nos apoyamos y nos sostenemos y nos acompañamos.

Por eso, hoy te quiero compartir los 5 puntos clave que, para mí, nos ayudan a identificar cuáles son las relaciones armoniosas en nuestras vidas.

1. Equilibrio entre el dar y el recibir

Cuando damos de más, las relaciones se acaban, cuando damos menos, también. Las relaciones armoniosas son un flujo constante entre lo que damos y lo que recibimos. Es saber hasta dónde puedo llegar yo y a dónde llega el otro. Es saber de qué forma nos complementamos. Es recordar cómo el otro se siente amado y cómo yo se lo puedo expresar.

2. Hay paz

El sentimiento general nos da tranquilidad. Esto no quiere decir que no existan diferencias ni conflictos. Al contrario, es la posibilidad de poder expresar nuestro sentir, sintiéndonos a salvo y totalmente seguros. Es comprobar que hay una convivencia armoniosa, que las emociones se gestionan, que hay respeto y tolerancia.

3. Puedo ser yo mismo

Me permito expresarme a plenitud. Comunico mis necesidades. Soy vulnerable. No me escondo detrás de máscaras y me muestro tal cual soy. Al ser verdaderamente auténticos es la única forma en la que se puede generar una conexión profunda y real, en la total aceptación de quiénes somos.

4. Valores alineados

Identificamos cuáles son los valores que rigen nuestra vida. Tenemos una visión similar en las cosas que son importantes para ambos. Estamos en sintonía en lo que son las prioridades.

5. Intercambio activo de energía

Tengo interés en que la relación funcione. Recuerdo que es un ente vivo que necesita ser cuidado. Estoy atento a las peticiones del otro y puedo comunicar las mías. Cuando estoy con esta persona siento que me da vida, que me aporta, que me expande, que me siento más conectado.

Recuerda que no hay relaciones mejores o peores. Absolutamente todas están ahí para enseñarnos algo. Todas nos están mostrando aspectos de nosotros mismos. Agradece las relaciones que has vivido y las que estás por vivir. Todas han llegado a tu vida para mostrarte toda tu luz y toda tu sombra. Todas han sido importantes. Todas han sido necesarias. Ahora tú tienes el poder para elegir, de aquí en adelante, de qué forma te quieres relacionar.