Cómo tu tipo de apego está determinando tus relaciones

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Las relaciones siempre me han apasionado profundamente. Desde que tengo uso de razón, siempre me ha interesado comprender qué es lo que hace que dos personas conecten entre ellos. Qué componentes entran a jugar, qué es eso tan intangible y tan poderoso que provoca que dos seres que, probablemente, eran desconocidos, vivan una conexión tan fuerte.

Apego. Esa palabra que tan mala fama se ha ganado en los últimos tiempos. Es a lo que se nos invita: a no tener apegos emocionales, a no apegarnos a nada ni a nadie. En realidad, si miramos más a fondo, comprendemos que el apego es lo que nos permitió sobrevivir cuando estábamos pequeños.

Te explico, como seres humanos, la relación más significativa que tenemos es con nuestra madre. Sin importar las circunstancias, para llegar al mundo tuvimos que estar 9 meses dentro del cuerpo de una mujer. Y, ella, en muchos casos, después de haber compartido cada latir con nosotros, se vuelve nuestra cuidadora principal una vez nacemos.

Resulta que, precisamente, de la interacción que se da con mamá (o con quien sea que fue tu cuidador principal), se establece este apego, esta relación vincular intensa, esta conexión profunda que determina (no te asustes, por fa) la forma en la que te vincularas en tu adultez.

Cuando estudiaba Psicología, mis ganas por conocer más este mundo vincular que, a mi parecer, es tan fascinante, me llevó a hacer dos tesis de grado sobre el apego. Me basé en la teoría de John Bowlby, quien dedicó su vida a comprender el apego y su implicación en el desarrollo infantil.

Para la primera, mi amiga y compañera de tesis, Silvia y yo, hacíamos pruebas rigurosas para medir qué ocurría en un orfanato, en dónde los niños no tenían a su familia. ¿Qué tipo de vínculos generaban? ¿Se apegaban a una de sus niñeras? ¿No se vinculaban?

Lo que encontramos fue profundamente esperanzador: todos los niños habían formado un apego. Digo esperanzador porque esto nos muestra que, incluso aquellas personas que han vivido situaciones extremas, tienen la posibilidad de establecer ese apego emocional que tanta falta nos hace para sobrevivir en un mundo lleno de interacciones sociales.

En la segunda tesis, mi idea era mostrar cómo precisamente el estilo vincular que cada uno de mis pacientes había formado con su cuidador principal, se reflejaba en la dinámica que tenían conmigo. Esto me hizo comprender, aún más, que, sin duda, aquello que vivimos siendo niños juegan un rol fundamental en quiénes somos como adultos y cómo nos relacionamos con los demás.

Como creo que te has dado cuenta, este tema me apasiona y podría escribir, probablemente, unas 15 tesis más sobre él. Pero, quiero que vayamos al clímax del asunto. Quiero contarte cuáles son los tipos de apego para que tu puedas identificar qué es lo que ha estado ocurriendo contigo. Cómo has recreado en tus relaciones, lo que viviste en tu infancia. Para que seas más compasivo contigo mismo. Para que te des cuenta que puedes transformar.

Tipos de apego

1. Seguro: Aquí, el niño puede confiar plenamente en sus padres, porque ellos se mostraron de forma constante accesibles y sensibles, permitiéndole, así, explorar el mundo con la tranquilidad de que ellos van a estar ahí. Las personas adultas con este tipo de apego, suelen ser positivas, con autonomía, tienen una idea realista sobre el amor, hay un equilibrio entre el dar y el recibir y, en caso de una ruptura, lo elaboran con mayor consciencia.

2. Ansioso o Ambivalente: Aquí, el niño tiene miedo de explorar libremente porque no sabe si sus cuidadores estarán ahí para él cuando lo necesite. Se acentúa cuando están disponibles a veces y otras no. En la adultez, pueden establecer vínculos dependientes y tener una necesidad de verificación constante de que son amados.

3. Evitativo: Aquí, el niño desconfía por completo de la capacidad que tienen sus cuidadores de estar ahí para él, por lo que se vuelve autosuficiente. Esto pudo ocurrir debido a que recibió rechazo cada vez que intentó acercarse a ellos para recibir confort. Cuando son adultos, suelen tener miedo al compromiso y a la intimidad, prefieren mantener distancia y tienen ideas pesimistas sobre las relaciones.

Como podrás imaginarte, la típica escena de parejas en donde uno busca al otro y el otro se aleja, y después se aleja y el otro se acerca, se dan entre personas ansiosas y evitativas. Es como el gato y el ratón, reproduciendo incesantemente la historia que vivieron con sus cuidadores, porque, hasta el momento, es la única forma que conocen para sobrevivir.

Según mi experiencia, la mayoría de las personas tienen alguno de los tipos de apego inseguros. Nuestros padres hicieron lo mejor que pudieron y, en la mayoría de los casos, las situaciones que vivían impedían que pudieran estar de forma consciente para nosotros mientras creciamos.

Cuando yo me di cuenta que mi forma de actuar en las relaciones, principalmente en las de pareja, encajaba con el estilo vincular ansioso, sentí como si hubiera recibido una pieza gigante del rompecabezas de mi vida y, a partir de ahí, con mucho trabajo personal, especialmente, conectando con mi niña interior, he podido fortalecer la forma en la que me vinculo, teniendo un tipo de apego un poco más seguro.

Espero que comprendas que hay un mundo inmenso dentro de ti. Que esa relación con mamá ha marcado de forma inconsciente muchas de tus actitudes. Ahora que tienes la claridad, te invito a conectes con tu niño interior, a que te acompañes, a que te elijas, a que seas muy consciente cómo y con quién te relacionas y desde qué lugar lo haces.

Si quieres profundizar más y eres un poco nerd como yo, busca más información sobre John Bowlby y Mary Ainsworth. Un libro más práctico y funcional, que explica súper bien los tipos de apego en las relaciones de pareja es Maneras de Amar, de Amir Levine y Rachel Heller.

Eres un ser completo. Y esa necesidad profunda de vincularte, es totalmente válida. Lo estás haciendo lo mejor que puedes. A mí, conocer sobre los tipos de apego me ayudó mucho y quizás a ti también pueda ayudarte.