Mindfulness y bienestar

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Vivimos en un mundo acelerado, donde muchas veces todo nuestro foco está en el exterior: en cómo nos mostramos al mundo y en nuestro interés por querer encajar.
Criticamos, comparamos y nos obsesionamos por demostrar y producir en un marco de autoexigencia sin fin que nos deja exhaustos.
Una aceleración que, aunque depende de las gafas con las que se mire la realidad, parece estar en aumento en la sociedad del siglo XXI.
Cada vez más, parece estar instalándose en nuestra sociedad un ritmo frenético que promueve vidas llenas de automatismo que contribuyen a aumentar nuestro caos interno o bullicio mental. De esta forma, nos vamos alejando de la serenidad, del silencio, la paz mental y en definitiva del bienestar.

Las propuestas de Mindfulness son una invitación a conectarnos con nosotros mismos llevando el foco de atención hacía adentro. Dejar de enfocarnos sólo en lo que sucede en el exterior y reaccionar (sin cuestionar) dando sólo como válida nuestra percepción.
Estas propuestas son, una invitación a observar el instante presente, el aquí y el ahora tal y como es. En esta realidad presente, convive el cuerpo, las emociones, los pensamientos y la realidad o contexto en el que uno se encuentra.

Esta es mi historia: empecé a profundizar en este campo no tanto por la curiosidad, sino más bien por la necesidad de buscar respuestas y recursos para sanarme.
Hace más de siete años mi vida dio un giro; la muerte de mi padre y seguidamente una enfermedad grave fueron los detonantes que me invitaron o más bien que me obligaron a detenerme. Mediante una mirada de curiosidad e inquietud por saber más y buscar otras formas de estar en el mundo.
Así, poco a poco y de la mano de diversos maestros y profesionales empecé tanto en España como en la India, acercarme a diversas técnicas y disciplinas de meditación y de yoga con el objetivo de comprenderme más y cultivar un mayor estado de presencia. Lentamente el Mindfulness y su forma de vida, entraron en mi vida.

Mindfulness es una de las primeras traducciones de la palabra Sati. Esta, se podría traducir como un “recordar”. Así, las palabras Mindfulness o Sati, nos invitan a “recordar” o “recordarnos” de estar presentes y regresar una y otra vez al aquí y el ahora.

La propuesta más extendida, fue la que introduzco el científico Jon Kabat-Zinn a finales de la década de los setenta en el modelo médico después de desarrollar y crear una clínica en Massachussetts con el objetivo reducir el dolor y el estrés en sus pacientes y mejorar su calidad de vida. “Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar” esta es una de las definiciones de dicho concepto facilitadas por Kabat-Zinn.

No obstante, si bien popularizó o acercó estas prácticas milenarias al ojo de la ciencia y permitió comprobar sus beneficios; son muchas las tradiciones que contemplan diversas prácticas que fomentan el silencio interno y la paz mental para un mayor bienestar.

En el marco del Mindfulness, hablamos a menudo de prácticas formales (actividades conscientes que agendamos y que tienen un inicio y un fin) y prácticas informales (acciones cotidianas ejecutadas con consciencia) cada vez más espontáneas y fruto del trabajo o de la práctica. Esta combinación de ambas, es lo que permite poco a poco ir tomando conciencia de la realidad presente y permite entrar o desarrollar la propia vida sin forzar, cultivando un estado de flujo o flow tal y como el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi presentó en su teoría que lleva al mismo nombre y que vincula con el término “felicidad”.

Mindfulness nos permite este fluir con la vida, esta actitud que se abstiene de forzar y que acepta con apertura, amabilidad y curiosidad la realidad presente. Sin embargo, no podemos permitirnos estar en el momento presente y fluir con la vida sin aceptación. Éste, es uno de los ítems clave de esta actitud o estado de presencia que nos permite comprender y actuar sin automatismo en el aquí y el ahora. La mente de principiante o la mirada curiosa, la ausencia de juicios y la amabilidad entre otras; contribuyen también a este estado de presencia y de paz del individuo.

Este conjunto de prácticas, van desprovistas de creencias políticas, dogmas religiosos o de cualquier condición socioeconómica. En la última década, en el campo de la ciencia y principalmente por parte de la neurociencia, han aumentado el número de estudios científicos que tienen como objetivo demostrar los efectos y beneficios en el cerebro y en el cuerpo como resultado de la práctica de dichos recursos.
Así, gracias a técnicas de neuroimagen se ha podido observar algunos de dichos beneficios como por ejemplo la reducción del dolor; la mejora del sueño; un aumento de la concentración; disminución de la agresividad o impulsividad; mayor gestión emocional y empatía y mejora de las relaciones interpersonales.

Mindfulness nos invita aceptar el momento presente tal cual es, aunque no pretende cambiar nada, sí en cambio como nosotros observamos el instante presente con ausencia de juicio, con amabilidad, curiosidad y aceptación. Crear espacios de silencio, para observar nuestros pensamientos y emociones, abstenernos de identificación y reacción de estos. Observación para poder actuar, elegir, responder, desde la quietud, la calma o el silencio.

Mindfulness por lo tanto, nos ayuda a tomar consciencia de nuestras sensaciones, pensamientos y emociones o sentimientos para ser más libres y responsables de nuestras acciones. Abandonamos este “piloto automático” o mecanismo de respuesta impulsivo para tomar más conciencia de nuestras sensaciones corporales, nuestras emociones y pensamientos. Cultivamos así una consciencia de lo que está sucediendo en nuestro Ser en el instante presente, para abordar una respuesta creativa y responsable.

Por lo tanto, Mindfulness no pretende cambiar los síntomas sino más bien aceptarlos para poder cambiar la mirada y la lectura subjetiva de la propia experiencia.
Así, son cada vez más los autores que defienden que dicha disciplina se encuentra dentro de las Terapias de Tercera Generación; que a diferencia de las de Primera y Segunda, no son un modelo de cambio sino de aceptación.

Mediante las prácticas formales e informales, conseguimos detenernos y observar. Detenerse para volver al origen y a la observación del funcionamiento de nuestra mente y también de nuestras emociones e intereses: qué nos mueve; qué nos aporta bienestar y armonía; y qué nos hace en definitiva una mejor versión de nosotros mismos.

El teólogo y antropólogo Javier Melloni en una entrevista hablaba así del impacto en la propia vida cuando tomamos consciencia: “si aprende a tomar consciencia, cambiará de sitio sin moverse”.
A través del silencio y la pausa, uno puede permitirse observar la realidad presente interna y externa; puede permitirse elegir una respuesta, responsabilizarse. La percepción o mirada cambia y la respuesta de los estímulos (externos e internos) también.
Dejamos de ser robots o autómatas del siglo XXI perdidos en el espacio Tierra actuando sólo porque toca; sólo porque debe ser así o sólo por ignorancia.

Por lo tanto, el conjunto de prácticas y técnicas con las que trabaja el Mindfulness o una de las denominadas terapias de Tercera Generación pretende calmar la mente para poder ver con claridad. Es decir, a través de los diversos recursos se fomentan espacios de silencio y en consecuencia de observación de este espacio interno y de la posterior mirada hacia el exterior. Dejarse de identificar con los pensamientos que juzgan y clasifican la realidad interna y externa y nos hacen esclavos de una percepción errónea.
Silenciar, observar y aceptar pueden ser a mi parecer, los puntos de partida claves para transformar nuestra mirada subjetiva o nuestra relación con el instante presente.

Sin ninguna duda, aunque uno no deja nunca de seguir practicando, trabajando y aprendiendo – no hay que bajar la guardia ni fiarse de los pensamientos que creen ya saberlo todo – a mí me cambió la vida y por esta razón hoy, comparto y divulgo y dichas prácticas.

Conoce un poco más sobre nuestra terapeuta invitada: